Los Mapas Internos en la Psicosíntesis
- http://alcione.cl/
- 10 ago 2015
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La exploración del mundo interno, y en particular del inconsciente, nuestro mundo desconocido, se facilita mucho mediante un buen mapa, que nos permite familiarizarnos de forma general con las diversas dimensiones que estamos visitando y la terminología que les es propia dentro del marco del lenguaje de la psicosíntesis. Para ello utilizaremos dos mapas que son representaciones visuales y esquemáticas de nuestra realidad interna. Como todos los mapas, son versiones insuficientes y estáticas de un territorio real; pero son muy útiles para facilitar la exploración y evitar malentendidos.
El llamado diagrama del huevo de Assagioli representa toda nuestra mente. Las tres divisiones horizontales del óvalo representan nuestro pasado, presente y futuro. Las tres están activas en nosotros, aunque de diferentes maneras. El inconsciente inferior (1) representa principalmente nuestro propio pasado psicológico, como complejos reprimidos y recuerdos olvidados.
1- Inconsciente inferior 2- Inconsciente medio 3- Superconsciente 4- Campo de consciencia 5- Ser personal o Yo 6- Yo transpersonal 7- Inconsciente colectivo
Si queremos estimular conscientemente nuestro desarrollo, tenemos que investigar nuestro inconsciente inferior. De no hacerlo así, puede ser causa de confusión al acumular energía reprimida, controlar nuestras acciones y privarnos de nuestra libertad.
En el inconsciente medio (2) es donde están todos los niveles y estados de la mente que podemos hacer pasar voluntariamente a nuestro campo de consciencia (4).
Nuestro futuro evolutivo comprende los estados del ser, del conocimiento y de los sentimientos que podríamos llamar el superconsciente (3). Para Assagioli el superconsciente es la región donde recibimos nuestras mayores intuiciones e inspiraciones artísticas, filosóficas o científicas, imperativos éticos o impulsos para realizar actos humanitarios y heroicos. Es el origen de los sentimientos más elevados como pudiera ser el altruismo, el genio y los estados de contemplación, iluminación y éxtasis. La investigación del superconsciente es una de nuestras grandes labores.
La diferencia entre el inconsciente inferior y el superior, o superconsciente, depende de la evolución; no de la moral. El inconsciente inferior sólo representa nuestra parte más primitiva, nuestro principio, por decirlo de alguna forma. No es malo, sino únicamente lo más antiguo. Por otro lado, el superconsciente constituye todo lo que todavía podemos alcanzar durante nuestra evolución. Sin embargo, no es una mera posibilidad abstracta, sino una realidad viva con existencia y poderes propios.
Nuestra mente no está aislada. Se baña en el mar de lo que Carl Jung llama el inconsciente colectivo (7). Para Jung el inconsciente colectivo es la condición previa de cada mente individual, lo mismo que el mar es el portador de cada ola. Observe que todas las líneas están hechas con trazos discontinuos para dar a entender que no hay compartimentos rígidos que puedan impedir la interacción entre todos los niveles.
Quién experimenta estos niveles? El yo. En los primeros pasos de la evolución del hombre, el conocimiento del yo no existe. Para la mayoría de nosotros existe en estos momentos en una forma más o menos velada o confusa. Nuestra labor es conseguir la experiencia necesaria en su estado puro como yo personal (5).
El yo personal es un reflejo o un avance del Yo Transpersonal (6), suficiente para darnos un sentido de precisión e identidad. Vive en el nivel de la individualidad, donde puede aprender a regular y dirigir los distintos elementos de la personalidad. El conocimiento del yo personal es una condición previa para la salud psicológica.
La identificación con el Yo Transpersonal es un caso extraño: para unos es la culminación de años de trabajo; para otros, una experiencia extraordinaria e inesperada. En la antigüedad se describió con las palabras del sánscrito sat-chit-ananda: ser-consciencia-felicidad. El Yo Transpersonal – aunque mantiene un sentido de individualidad – se halla al nivel de la universalidad, en el reino donde los planes y asuntos personales están eclipsados por la visión más amplia de la totalidad. La percepción del Yo Transpersonal es indicio de plenitud espiritual.
El Yo Personal y el Transpersonal son, de hecho, la misma realidad experimentada en niveles diferentes: Nuestra verdadera esencia tras cualquier tipo de máscara y condicionamiento.
El Diagrama de la estrella de Assagioli representa nuestras funciones psicológicas. Esclarece otros aspectos de nuestro mundo interno, en particular la relación de nuestras diversas funciones psicológicas con el yo y la voluntad.
1- Sensación 2- Emoción-sentimiento 3- Impulso-deseo 4- Imaginación 5- Pensamiento 6- Intuición 7- Voluntad 8- Ser personal o Yo
Todas estas funciones presentan un aspecto exterior y uno interno. La Sensación habitual (1) depende de los sentidos físicos, pero cada sentido tiene una contraparte interna. Para el tacto, es el tacto etérico, que permite percibir la sensación vibrátil de los cuerpos. El oído interno, al estar desarrollado, permite la clariaudiencia; la visión interna, la clarividencia, etc.
La Emoción-Sentimiento (2) puede ser puramente reactiva o inconsciente o corresponder a sentimientos conscientes que permiten seleccionar los elementos a los que dedicar atención. Del mismo modo, el Impulso-Deseo (3) puede ser automático-reactivo, gobernado por la emoción, o bien selectivo, dirigido por el Yo personal.
La Imaginación (4) puede ser mecánica, dejarse ir en asociaciones libres acerca de cualquier objeto o circunstancia que se presente, o bien dirigida para construir las imágenes elevadas con las que el Yo desea identificarse. Del mismo modo el pensamiento, que puede ser entrecortado, disperso, asociativo, o dirigido, concentrado y sostenido. La Intuición (6) exterior por su parte, interpreta sensaciones del propio organismo o del entorno a través de una sensación visceral, en cambio la interna es sensible a impresiones provenientes de los planos más sutiles.
El desarrollo de los aspectos internos de las funciones psicológicas depende de la Voluntad (7), considerada como la capacidad de concentración sostenida sobre un elemento escogido de la realidad manifiesta o sutil. Es a través de la voluntad que el Yo personal (8) puede gobernar sobre las funciones psicológicas sin ser arrastrado por ellas, adquiriendo libertad y autonomía.
En el proceso de psicosíntesis una persona pasa de ser una colección desordenada de tendencias inconexas a ser un conjunto armónico significativo que rodea un núcleo central: el yo. Con la intervención de la voluntad, el yo puede regular cada función del organismo psicofísico, lo que es un logro de la personalidad integrada. Es sólo a partir de un Yo personal integrado que es posible un contacto con el Ser Transpersonal. Varias de las visualizaciones dirigidas de las técnicas de Psicosíntesis buscan propiciar ese contacto.
Ejercicio de la Rosa
Por regla general, tanto en Oriente como en Occidente, la flor siempre ha sido considerada y utilizada como símbolo del Sí Mismo espiritual. En China existe un antiguo texto taoísta que trata del significado profundo de la Flor de Oro, el cual ha sido comentado ampliamente por Jung. En la India ha sido y sigue siendo utilizado el símbolo del Loto que tiene las raíces en el barro, el tallo en el agua y cuyas flores se abren al aire bajo los rayos del sol. En Persia y Europa, se ha utilizado preferentemente la rosa. Tan sólo mencionar al Roman de la rose de los Trovadores, a la rosa en el centro de una cruz, símbolo de la orden de los Rosa-Cruces, y a la rosa mística, admirablemente descrita por Dante en el Paraíso
Dice Beatriz a Dante (Canto XXIII del Paraíso): -Por qué te enamora mi faz de tal suerte que no te vuelves hacia el hermoso jardín, que florece bajo los rayos de Cristo? Allí está la Rosa en que el Verbo Divino encarnó, y allí están los lirios, por cuyo aroma se descubre el buen camino.
Por regla general se ha utilizado la imagen de la flor ya abierta como símbolo del Espíritu, y su visualización es sumamente sugerente y evocadora. Pero todavía es mucho más eficaz y suscitadora de energías y de procesos psico-espirituales la utilización dinámica del símbolo, es decir, la visualización del pasaje, del desarrollo desde el capullo cerrado a la flor totalmente abierta. El símbolo del desarrollo corresponde a una realidad profunda, a una ley fundamental de la vida que se manifiesta tanto en los procesos de la naturaleza como en los del alma humana.
Nuestro Ser espiritual, el Sí Mismo, que es la parte más real y esencial de nosotros, suele estar normalmente oculto, cerrado y enrollado; sobre todo por el cuerpo y sus sensaciones; también por las múltiples emociones e impulsos (miedos, deseos, atracciones y repulsiones, etc.), así como por una inquieta y tumultuosa actividad mental. Es necesario liberar o ampliar estas envolturas para que pueda revelarse el Centro Espiritual.
Esto sucede, tanto en la naturaleza como el alma humana, en virtud de la acción admirable y misteriosa de la vitalidad, tanto biológica como psicológica, que desde el interior impulsa y opera de forma irresistible. Por ello, el símbolo o, mejor dicho, el principio – del crecimiento, del desarrollo y de la evolución, ha sido y sigue siendo utilizado cada vez más en la psicología y en la educación, y en él se basa tanto el concepto como la práctica de la psicosíntesis. Una de sus aplicaciones es el ejercicio que se describe a continuación.
Técnica del ejercicio
Este ejercicio puede realizarse tanto individualmente como en grupo. En el primer caso, es necesario aprender bien las distintas fases para poder recordarlas con facilidad. En el segundo caso, el que dirige el ejercicio, lentamente y con las pausas oportunas, lo desarrolla de la siguiente forma:
Imaginemos el capullo cerrado de una rosa. Visualicemos el tallo, las hojas y, en lo alto del tallo, el capullo. Este es de color verde porque los sépalos todavía están cerrados y, como máximo, en la parte superior, se puede llegar a ver tan sólo un pequeño punto rosa. Procedemos a visualizarlo vívidamente, manteniendo su imagen en el centro de la consciencia Mientras lo observamos, vemos cómo poco a poco se va iniciando un lento movimiento: los sépalos comienzan a separarse dirigiendo sus extremos hacia fuera, descubriendo así los pétalos rosados, todavía cerrados Los sépalos se separan cada vez más y cada vez se distingue mejor el capullo de pétalos de un tenue color rosa Ahora, también los pétalos empiezan a extenderse el capullo sigue abriéndose lentamente hasta que la rosa se revela en toda su belleza y nos quedamos admirándola con alegría.
Llegados a este punto, comenzamos a percibir, inhalando, el aroma de la rosa, este perfume tan característico y conocido tenue, dulzón y agradable. Lo olemos con profundo placer El símbolo del perfume ha sido utilizado frecuentemente en el lenguaje religioso y místico y también es frecuente el uso de perfumes en los ritos (incienso, etc.).
Después, visualizamos toda la planta e imaginamos la fuerza vital que brota desde las raíces hasta la flor, produciendo este desarrollo y permanecemos contemplando este milagro de la naturaleza.
Ahora, nos identificamos con la rosa o, más exactamente, introyectamos la rosa en nuestro interior Ahora somos, simbólicamente, una flor, una rosa. La misma Vida que anima el Universo y que ha producido el milagro de la rosa, está produciendo en nosotros un milagro similar, o incluso mayor: el desarrollo, la apertura, la irradiación de nuestro ser espiritual y nosotros podemos cooperar conscientemente con nuestro florecimiento interior.
Roberto Assagioli
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